Al principio creía que iba a ser algo muy difícil llegar y encajar en Oxford, Inglaterra una ciudad completamente desconocida en un continente que nunca había visitado, completamente sola, donde no se hablaba español y las tradiciones y costumbres eran muy diferentes a lo que estaba acostumbrada, pero no lo fue.
De hecho me sorprendió lo rápido que todo se sentía tan normal, un normal muy fuera de la rutina ya que siempre conocía muchísimas personas de diferentes lugares y con eso aprendía muchísimo sobre cada país del que provenían, aprendía cosas nuevas sobre otras culturas (cosas que normalmente no aprendes en la escuela) y conocía lugares que antes solo veía en fotografías, en ese lugar desconocido que cada vez se sentía más como mi hogar.
Oxford es una ciudad increíble, hermosa arquitectura con demasiada historia, cada esquina inspiró algún libro o tiene alguna anécdota de algún personaje importante, después de todo es la ciudad de la universidad en ingles más antigua del mundo que permanece como una de las mejores del mundo. La única otra universidad en la ciudad es Oxford Brookes, mi universidad destino, que es algo así como la contraparte de la universidad de Oxford en lo que se refiere a modernidad. Me mencionaban que era una ciudad universitaria pero no entendía el concepto hasta que estuve ahí y descubrí que casi toda la población son estudiantes, a mi parecer el 70% incluso más eran menores de 30 años.
Lo que más me gusto de la universidad era el ambiente multicultural tenía compañeros de países de los que difícilmente sabía algo más que el nombre, con religiones y costumbres muy diferentes. Mis maestros eran personas muy preparadas y el sistema en el que daban la clase y después se dividían para hacer la clase algo más personalizado permitía aprender mucho. Además de su cercanía y facilidad para llegar a Londres, la capital de Inglaterra, y una de mis ciudades favoritas.
Decidí quedarme en los dormitorios que ofrece la universidad ya que iba a estar solo un semestre, la universidad designa los cuartos en los departamentos al azar y afortunadamente me toco con una australiana, un danés, un irlandés, una holandesa y una sueca/finlandesa (hablando de multiculturalidad) que a las pocas semanas se convirtieron en mi familia.
Este intercambio me ayudó a crecer muchísimo como persona, mejoró mi nivel de inglés enormemente (ya que era la única forma de comunicarme), me ayudo a conocer y formar relaciones con personas de todo el mundo así como a conocer y entender cada una de sus culturas, además el hecho de estar en Europa y tener tantos países tan cerca me permitió viajar y conocer lugares increíbles. Siento que esta experiencia me va ayudar de gran forma en mi carrera que es negocios internacionales, ya que aprendí a ver los negocios desde la perspectiva de un país muy diferente a México que es Inglaterra.
Sin lugar a dudas este intercambio se encuentra como una de las mejores y más enriquecedoras experiencias de mi vida.